sábado, 21 de julio de 2012

Nocturnalia


A veces me gusta caminar por mitad de la calle cuando vuelvo a casa una noche cualquiera. Las farolas iluminan mis pasos con esa luz anaranjada que de vez en cuando se ve acompañada por los faros de un coche que tuerce a la derecha. Esa sensación de no seguir el camino pautado, de “dominar” el mundo y literalmente caminar sobre el pasado, que es todo aquello que dejamos atrás, sea hace mil años o cinco segundos, me reconforta y me reconcilia con el universo. Además es algo que prefiero hacer solo, puede parecer una estupidez pero me resulta un momento tan personal que me sentiría incómodo si alguien me contemplara haciendo aquello, salvo que esa otra persona fuera capaz de caminar al unísono sin preguntar ni cuestionar esta absurda costumbre y tan solo dejarse llevar.  
 A veces escribo a las dos de la mañana para demostrar que el ser humano es maniático por naturaleza. Algún día os contaré lo del felpudo del portal, pero sólo si la musa viene a guiarme sobre otra hoja en blanco como esta. Buenas y absurdas noches.