viernes, 5 de octubre de 2012

El ojo de la tormenta



Gracias a Carlos M. Duarte por este fiel testimonio que me ha removido por dentro. Os recomiendo que os acerquéis a sus líneas y lo leáis con atención en cuanto podáis. 

Eran pocos, muy pocos, incluso menos, el cincuenta por ciento de pocos. Callados, en una esquina de sus cada vez más grises casas y calles, gritando sin ganas, derramándose por dentro. El mar como camino incierto, mejor que un bosque esquilmado cada vez más lleno de alimañas donde sobrevivir significa matar, donde cantar suena a frivolidad y decir la verdad una ilusión utópica y desalmada. De nuevo los pocos. Esos pocos que quedaron se vieron encadenados, promesas y metas fantásticas movían sus manos y pies, mas dejaban sus bocas cerradas e inertes. 
Los juramentos fueron quebrantados, pero por ser lo único, aquellos permanecieron, ante la esperanza de que un día fuesen compensados. De nuevo gritaron, aullaron y razonaron, y la respuesta fue un balonazo, “conformaos con eso, que al menos vosotros podéis entreteneros”, zafia mentira, hipocresía pura, escupitajos bien elaborados.
 Llegó un día que ni aquello fue bastante, y las voces fueron cada vez elevándose a mayor altitud, pero sin llegar a alcanzar aquellos tronos de marfil rodeados de burbujas de placer, incomprensión, y total desconexión. Pronto un día vendrá, que ni los pocos ni los muchos soportarán más miradas por encima del hombro, y aunque primero salten aquellos, una vez que el relámpago sea trueno, el resto, como una tormenta, se desatará rápida e incontenible, pues todos son lo mismo y estómago y corazón se diseñaron igual para todos. 
La chispa está a punto de alcanzar la mecha, todos los saben pero nadie se atreve a hablar de ello, en espera de que cambie el rumbo, en espera de que su dolor se tenga en cuenta, en espera de que actúen como humanos, y no como hienas. Y sin embargo, en este caso, parece que quien espera, desespera.

Santander, 05-10-2012

1 comentario:

  1. Gracias por compartirlo, porque como bien dices... "revuelve por dentro" y hace pensar... pensar y... volver a pensar. ¡Un saludo!

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