viernes, 15 de junio de 2012

Aurora


Buenos días bromistas y bromistas, esta vez os traigo un minirelato que publiqué en mi viejo blog hará la friolera de cuatro años, y que he rescatado de las garras del tiempo. No os asustéis, mi mente perversa ha evolucionado y ahora no soy tan sádico en lo que escribo, de hecho en aquel momento esto me salió  de un lugar cuya existencia desconocía.

AURORA

"El agua caía en la jofaina gota a gota, repicando al igual que penetraba en su cabeza ese pensamiento oscuro. Tenía que salir de allí sin importar el cómo, y en un corto intervalo además. La noche se alzaba como un muro infranqueable ante ella, tan poderosa antes, tan patética ahora. No había obstáculo que Aurora no pudiera superar, y sin embargo, cuando más falta le había hecho, no veía solución alguna. Si no salía de aquel lugar, en pocas horas sus ojos quedarían cegados para siempre. -Esos ojos de avellana por los que cualquier ardilla mataría-. Qué frase más cursi y sin sentimiento, muy propia de él. Igual de capaz de hacer un análisis estadístico como de inútil para ser persona, siempre frío y azul como el hielo podrido. Hacía ya dos años que la dejó, ¿Por qué? Era demasiado obsesiva, eso decía. Ja! obsesiva puede, pero también viva, no como él envuelto en su traje de Massimo Dutti, impecable, que le planchaba a diario.
    
  Después de que se separaran, no había vuelto a ser la misma, siempre cuesta abajo. Y para colmo, aparece aquella furgoneta de repente, y la meten en ella. Sin embargo, ahora no podía centrarse en eso, porque ¿acaso había algo que no fuese banal cuando la cuestión se trataba de vida o muerte? Eso pensaba ella, mientras con el dedo índice se mesaba un mechón cobrizo. Solo había una puerta, y una ventana abierta, ambas abiertas, con lo cual nunca podría escapar. Necesitaba traspasar el muro, pero para ello necesitaba un haz de luz. No muy potente, tan solo que diera en el punto exacto, pero solo tenía una linterna y una caja de cerillas, y eso no servía. Finalmente dio con lo que buscaba rebuscando en su memoria.

      Aurora levanta ya, mira qué día hace. Date prisa, que llegaremos tarde y se habrán comido todas las fresas. -Voy mamá, no me lo perdería por nada. Juancho me dijo que también va a traer cerezas, que les han sobrado muchas-
      Y así fueron, como cada año, ella y su madre, al festival de Sostariego, en el que se tocaban canciones regionales, y algunas familias llevaban comida para amenizar el momento. Se prolongaba hasta altas horas de la noche, pero ya por aquellos años iba cada vez menos gente, por el imparable éxodo rural. Ése año era especial, porque su madre iba con ella, nunca había podido ir por su trabajo, que le quitaba mucho tiempo. Pero aquel verano, estaba libre, ya que estaban reformando su lugar de trabajo. Así que allí se encontraban, madre e hija bailando sin ritmo concreto, al son de una orquesta de baja estofa. Eran las 11 de la noche ya, y de repente, mientras sonaba algo de unas marionetas bailando sin fin; los cables de un foco rojo, como si hubiera un titiritero macabro por detrás, se rompieron, y el foco cayó justo encima de ellas. Su madre murió en el acto, y ella, ella se quedó parada, sin saber que hacer, con la cara encarnada. Tenía tan solo 11 años y un triste recuerdo que superar.

      Así que todo lo que Aurora debía hacer era introducir ese recuerdo luminoso por un punto central de la pared y saldría de allí, sería libre. Pero necesitaba una luz roja así que cogió un bolígrafo que había conseguido a escondidas, y empezó a dar golpes y más golpes al reflejo de la jofaina. Por fin consiguió que su recuerdo, luminoso y rojo, alcanzara la pared, y allí se abrió un hueco, pequeño, demasiado; por lo que siguió golpeando, hasta que el agujero fue enorme. Notaba que cuanto más crecía este, más le costaba golpear, pero no importaba -Dará igual cuando salga de aquí- se decía ella.
     
Finalmente, estimó que era una anchura considerable, y se dispuso a pasar, dando un último golpe. Pero con ese repicar postrero, la pared se volvió sólida de nuevo, y vio que la auxiliar de guardia corría hacia ella. La mujer no pudo más que gritar y caer sin vida en el momento. La enfermera llamó por ayuda, pero fue imposible hacer nada, y de la infelicidad de la etérea muchacha solo quedo algo escrito en la pared, como grabado con esa luz tan viva y roja, MAMÁ."

2 comentarios:

  1. Bravo. Si hace cuatro años tenías este dominio de la pluma, no quiero ni pensar lo bien que escribirás ahora, con una mayor madurez y reflexión. Enhorabuena y siempre adelante!! ;)

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  2. Gracias, Laurentius, aunque no he practicado tanto como debiera durante todo ese tiempo ;)

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